Stop Machismo
Anónima (alguna joven en algún lugar)

Discursos construidos para tíos construidos
Carta a alguien en particular y que también podría dirigirse a ti

Olvídate de tener razón y comprenderás todo



Texto original en francés, traducido al castellano y publicado de acuerdo con las amigas y amigos de GenderTrouble



Hola tío, sabes que te aprecio y que siento gran amistad hacia ti. Sabes que podemos divertirnos y comunicarnos con muchos temas, puntos de vista, escritos y también con bromas, que nos sientan muy bien. Sin embargo hay un tema, con muchas ramificaciones, donde todo se atasca y aparecen los insultos y la obstinación si no me callo (habló de mí, pero también vale para los demás) cada vez que saltan esos temas relacionados con lo que yo llamó la construcción del género.
Haré un pequeño paréntesis sobre lo que entiendo por "género". No es el sexo biológico u hormonal (macho, hembra o intersexual), no son las preferencias sexuales (homo, hetero o las que sean) -aunque también podríamos engancharnos con eso- sino aquello de nuestros caracteres, comportamientos y personalidades que está culturalmente asociado, construido socialmente. Aunque nuestras personalidades son singulares, están construidas sobre presupuestos naturalistas, que asocian el sexo, el género y las preferencias sexuales como si fueran evidencias, como algo "natural". Por eso hablo de construcciones de género. No pretendo darte una clase, sólo aclaro las palabras que voy a utilizar para que sepas de que estoy hablando.
Dicho de otra forma: lo que me harta no es este barrio, ni lo que ha ocurrido en este espacio autogestionado, ni los tíos; lo que me harta son comportamientos, comportamientos considerados "propios de tíos", pero que no lo son, y si dejas de mirarte tu ombligo te darás cuenta de que no estoy hablando de alguien en particular, sino de un conjunto, de un sistema, de una realidad en la que, por lo general, participamos todas y todos, activa, pasiva o reactivamente. A esto podríamos llamarle "patriarcado" o "ley del que grita más fuerte" o como se quiera, poco importa.
Esto me encabrona, me cansa, me contamina la vida, me deprime, me hace crujir a veces. Como la otra noche, cuando nos hicimos tanto mal gritándonos. Me gustaría que no ocurriese más, es violento y estropea muchas posibilidades. Esa es la principal razón por la que ya no voy a veros, para salir de esta realidad. Y por eso te escribo. Además, como no estoy enamorada de ti, ni eres mi hermano ni vivimos juntos, se podría decir que no hay nada "visceral" entre nosotros, lo que quizá pueda facilitar la comunicación.

Quizá sea imposible que nos pongamos de acuerdo, de hecho, sobre lo que vendrá ahora. La verdad es que soy pesimista y en cierta forma ya he celebrado el funeral. Me importa un bledo estar o no de acuerdo, sólo querría que se respete (otra gruesa palabra), es decir, que se deje expresarse y que se escuche. Mi objetivo no es convencerte de nada, y menos aún convertirte al feminismo, que tanto miedo parece darte. Tampoco quiero culpabilizarte por ser un tío, ni alcanzar un consenso contigo. Como dijo T. hablando de otra cosa, "estoy hasta el gorro del consenso". Vale.
Mi intención es plantear mis sentimientos, mis convicciones personales y políticas (todo eso va unido), claramente, de una vez por todas, con la intención de no gastar mis energías en justificarme una vez escrita esta carta. Si elijo escribirte y no hablarte no es por cobardía, aunque me exponga a ser atacada, sino simplemente para disponer del lugar y el tiempo preciso para explicarme sin que me cortes, con la ilusión, al menos, de ser entendida. Rechazo esa forma de comunicación consistente en un torneo verbal permanente, finalmente carente de sentido.
Me conoces algo, de la manera que (no) nos conocemos la gente con la que se pasa el rato sin hablar de sí mismos. Sabes que habitualmente soy tolerante y que me gusta que haya desacuerdo, que se discuta, pues eso me aporta y me permite construirme. Me gusta relacionarme con los demás. Sería cabreante estar todos siempre en la misma onda. ¿Crees estar de acuerdo? Bien. Simplemente, estoy hasta el gorro de que haya realidades permanentemente negadas, no puedo seguir dejándolas de lado.

Las realidades no son generalidades. No pretendo meter a todo el mundo en el mismo saco, pero también hay que reconocer que las relaciones de sexo no son la simple suma de relaciones interindividuales. Para simplificar: las relaciones hombre/mujer no son la suma de las relaciones tú/yo, tú/tus colegas, tú/tu madre, por ejemplo. Las relaciones entre las personas componen, declinan e ilustran las relaciones de género, pero las relaciones de género son ante todo relaciones sociales de clase. Relaciones sociales de afirmación y conservación del poder. Si fuese preciso resumir, me gustaría que sea con eso con lo que te quedes. Utilizo grandes palabras, no sé como simplificar, perdóname, es muy complicado decir todo esto sin caer en la trampa de las banalidades generalizantes, manteniéndose en una postura materialista y concreta, sin caer en un ineficaz discurso de "intelectual" y conservando la posibilidad y el anhelo de cambiar...
Voy a intentar usar un ejemplo, el primero que se me ocurre es la violación. La violación no es solamente una relación de dominación física entre dos personas (una persona dominante que se apropia de otra para satisfacer su deseo personal). Tras esa relación forzada, tras lo que causa daño, está lo que lo hace posible y lo conforta: la violación es una relación social de clase. Esto quiere decir que sí, que en primer lugar es un asunto de individuos, de situaciones particulares, del sufrimiento de ser forzada o manipulada para satisfacer a otro en detrimento de lo que tú quieres; que sí, que a veces una mujer viola a un hombre o un hombre a otro hombre, no lo niego, ni niego estos sufrimientos al decir que social e históricamente (y actualmente) la violación es un acto de apropiación de los cuerpos y de la vida de las dominadas por los dominantes. Hablo de relaciones de poder. Para ir hasta las últimas consecuencias de esta idea podrás observar que la violación es un arma de guerra (de destrucción masiva) en la mayor parte de los conflictos armados.
Esto no es anodino, podrás decir que me salgo del tema, pero de hecho aquí también hay una guerra, bajo tu casa e incluso en tu propia cama. La violación también es una realidad cotidiana (consciente o no) para muchas mujeres con pareja. No discutiré de esto contigo, no busco convencerte, no es una tesis ni una idea, es una realidad, llena de pequeñas realidades individuales que dan como resultado una gran realidad fácil de ver. Si quieres puedo aconsejarte libros y testimonios, pero no volveré sobre este tema.

Probablemente me dirás que exagero, que dramatizo, que estoy enferma, y luego me dirás que tú no tienes nada que ver, que nunca has violado a nadie, que tú no eres sexista y que, por tanto, esto no te concierne. Pero sí te concierne. Mírate y mírame a mí, que estoy ante ti. Mi pasado, que me ha hecho tal como soy, está manchado y embebido por ello, y quizá a ti también te pase lo mismo. Pero yo, que no tengo muchos más caracteres "femeninos" que tú y que tengo una etiqueta social de chica (y probablemente las hormonas correspondientes, aunque no lo he comprobado), estoy confrontada a la violación en mi vida cotidiana real, y no soy una excepción. Todas las chicas cercanas a mí han sufrido algún intento de violación o algo parecido. Eso no es anodino. Comprenderás que no te deseo esto. Algunos de los chicos que me rodean han pasado por esto y quizá tú también. Esas pequeñas realidades no son excepcionales., hay que esforzarse para no enterrarlas vivas.
Nos deseo un porvenir mucho mejor que estas relaciones de poder, sean las que sean. Ya es hora de reaccionar, de una forma diferente a la reafirmación de un poder. Hay que salir de esta mecánica. Y tú no me ayudas, ni ayudas a otros.
Entenderás que no me estoy haciendo la víctima. Si me mirases como tal, con esa mirada característica, apenada y paternalista, me cabrearía. Pero que no lo hagas no me basta. Estoy ante ti y tengo rabia. No sabes cómo reaccionar.
¿Cómo decirlo? Sabes que me ha costado mucho tiempo asumir todas estas cosas que ahora intento decirte. Actualmente, estoy en un estado tal que tengo que esforzarse para no amalgamar y desechar todo, me esfuerzo también para no escribirte frasecitas acerbas, del tipo de esas que tú puedes decir con tono de broma, como "he reflexionado mucho tiempo de todo esto, mientras tú hacías música con tus colegas o jugabas con la videoconsola". Pero aunque durante ese tiempo hubieses hecho la revolución del subproletariado, tanto daría. No es el caso, así que dejémoslo.

Me gustaría que notes que no te escribo para desahogarme ni juzgarte. Me gustaría que entiendas la urgencia, que reacciones. Habitualmente, cuando intento hablarte de lo que me preocupa, de las relaciones de género, te sientes acusado, amalgamado, así que en seguida he dejado de hablar de eso y he cerrado mi boca.
Eso se ha acabado, aunque intento que lo que salga de mi boca no sea violento. Pero a veces reviento, y si me buscas me encontrarás, como paso la otra noche con O., no fue agradable.
No te acuso, así que no me digas que no tienes nada que ver, que no eres un violador, que no eres responsable de lo que hacen los malvados y violentos. Tú no eres un violador en la misma medida que yo no soy una mujer violada. Lo que quiero decirte es que para no serlo va a ser necesario pringarse, reaccionar ante ciertas situaciones, decodificar los roles, salir de los engranajes, anticiparse a ellos, implicarse, trabajar. Sí, sí.
No te estoy dando una lección. Además, no te estoy enseñando nada. Sólo quiero colocarte ante las cosas como son. He usado un ejemplo muy fuerte, la violación, hipersignificativo y sin embargo restrictivo. Pero la violencia no es sólo física y la dominación no se limita a la violencia. A veces es "lo que hay", fácil, vinculada al nacimiento. Eso la hace más insidiosa y difícil de evitar. Está lo evidente, pero también está la cara sumergida del iceberg.

He podido experimentar el otro lado de la dominación, ya que soy blanca, no-discapacitada, joven. Sé que no se gana de antemano, que hay que combatir contra sí misma, y que ese es el combate que merece la pena. No quiero por tanto encaminarte. Si me puse a gritar, llorando, a O., agrediéndole e insultándole, es porque necesito que mi hartazgo sea entendido. No tengo deseos de venganza, pero necesito que las relaciones de dominación hombre/mujer sean reconocidas por quienes me rodean. Para que lo entiendan, soy capaz de gritarles. Soy consciente de que podría volver a hacerlo, y peor aún, pues ha saltado un clic, ya que por un lado no me apetece reproducir una relación violenta, lo contrario de lo que busco, pero al mismo tiempo eso será inevitable en estas condiciones. Estoy harta de estrellarme. No pretendo justificarme. Lamento lo ocurrido, pero es mejor gritar que tragarse siempre todo. Lo mejor sería no tener que gritar o que quitar la palabra para hacerse escuchar.
Estoy persuadida de que las cosas no se arreglan negándolas. Hay muchos ejemplos. En lo que se refiere a nuestro tema consideremos esta frase: "soy una persona, tú eres una persona y si se considera que somos iguales, entonces lo seremos". Deja que me ría, deja que llore, pero déjame tranquila. No vivimos en una isla desierta sin cultura y sin historia. "Si se decide que somos iguales, lo seremos" es una mona utopía en la que he podido creer porque yo también soy mona y utópica. Antes de que eso sea verdad hay mucho curre por hacer. Hoy sé que esas grandes frases se las lleva el viento si no van acompañadas de un cuestionamiento personal. Y se las lleva el viento porque tú no estás dispuesto a perder el menor de tus privilegios como tío, como dominante, hasta el punto de que no reconoces su existencia.

Es cierto que la presión de la norma nos aplasta a todas y todos. Sí, yo soy una persona, tú eres una persona... pero tú y yo hemos sido construidos por nuestra educación y nuestra cultura. No digo que eso sea insuperable, digo que es el jodido trabajo de una vida entera. No veo que te pongas a ello. Y, sin embargo, se comienza con cosas muy simples, como... escuchar. O, más exactamente, saber callarse. Y tú llegas tan tranquilo diciendo que "pero, si lo decidimos, somos iguales", aunque la manera que tienes de decirlo demuestra lo contrario. En primer lugar, porque dices "nosotros", no "nosotras", lo que no es anodino; además, si yo no puedo contestarte sin chillar, hay algún problema. Sé que no soportas las etiquetas. Lo digo frecuentemente y ya he escrito sobre ello. Si te digo "hola, tío" no es para estigmatizarte o ponerte una etiqueta, es una realidad que tendemos a ahogar en alcohol, lo que la empeora. Se trata de otro tema masculino, que no desarrollaré aquí.
Podemos rehusar las etiquetas, poco importa finalmente, ya que de todas maneras las hay y se cuelgan. A veces eso me hace reír y a veces no, ya que, lo quiera o no, yo, tú, él, ella y los respectivos roles están asociados a etiquetas. Yo rechazo tener que ser seductora, disponible, maternal, dedicada... Lo habrás notado. El hecho de que me exprima la cabeza y dedique todo el día a escribirte para guardar la calma muestra que aún no he roto definitivamente con mi construcción como gentil jovencita.

Quizá me respondas que tú rechazas tener que ser fuerte, valeroso, combativo, emprendedor, etc., sin embargo eso no se ve. Lo que se ve es que estás harto de tener que ser emprendedor en el trabajo y a la hora de ligar con las chicas. Aparte de eso, no veo que admitas que te has equivocado, incluso sobre los temas más anodinos, sin montar toda una puesta en escena. O pedir ayuda cuando algo va mal. Admitir que eres incompetente cuando lo eres y no rebajar a los otros cuando lo admiten sería algo que no estaría mal. De paso, pido perdón por haberme puesto nerviosa la otra vez, me he equivocado al entrar en el engranaje, debería haber dejado de hablarte simplemente. Antes de llegar a eso (lo que sería un fracaso, pero mejor un fracaso que una tortura mental), antes de dejar de lado esta carta y este interés en mantener proyectos contigo, prosigo.
Decía que tu hipotético rechazo de tu situación de dominación social no es visible, y menos aún en lo que a los actos se refiere. Por ejemplo, teniendo cuidado en no invadir el espacio público -la conversación, en particular- con tus soberbios empeños verbales y tus permanentes representaciones de estrepitosa virilidad.
Nada te permite pretender que no eres un hombre construido. No es algo que tú hagas, sino algo que está ahí (ese no es el caso de todos; para mí, pretender ser un hombre no-dominante no tiene sentido, tendríais que utilizar otra palabra, otro símbolo de identidad). ¿Sabes acaso lo que hace sentir el ser mirada como una chica en la calle? Y, si lo supieses, ¿qué te permite hablarme cómo lo haces de costumbre, es decir, como si estuvieses enseñándome algo? Reconozco que tengo miles de cosas por aprender en la vida, me gusta aprender, y detesto que me hagas de menos si sabes algo que yo no sé. No estás obligado a estar seguro de todo. ¿No resulta incómodo tener un saber del que los demás están excluidos? Es bonito cuando alguien tiene ganas de aprender.

Si eres tan previsible como creo, vas a decirme "entonces, ¿qué quieres que haga?". Quiero que aprendas a callarte y escuchar; así encontrarás pronto claves de análisis y lectura, podrás tomar posición silenciosa y activamente. Esto vale para todo, voy a hacer un paralelismo como ejemplo. Yo soy blanca en esta cultura racista y colonialista, así que respecto al racismo lo mejor que puedo hacer es cerrar la boca, escuchar a quienes lo sufren, intentar modificar mis reflejos construidos, actuar de forma concreta cuando pueda, en vez de proclamarme antirracista. Me aburre la gente que se pasa los días diciendo "sabes una cosa, tu lucha es inútil, porque somos iguales: yo soy antirracista". Tú eres peor, haces chistes atroces. Si al menos preguntases a la gente sobre su vida anterior, lo aceptaría, pero con todo el ruido que sale de tu boca no es posible que otra persona hable de sí misma. Cuando hablas de ti mismo siempre montas una escena viril, y monopolizas las discusiones con tus compadre (y con tus "comadres"), nadie puede hablar. Estoy harta. Voy a buscar otros espacios...

Me cuesta terminar esta carta. Por un lado, porque me sumerge en una emoción desagradable e intensa; por otro lado, porque me esfuerzo en decir las cosas con un discurso construido, con frases que sigan el hilo, que explican, que se articulan, etc. Es la manera de hablar que se aprende en el colegio y que usan las "personas instruidas". Es el tipo de discurso codificado, propio del Poder, y yo estoy harta de los códigos. Pero tampoco quiero hacer poesía, quiero transmitirte mis sentimientos y pensamientos, que me comprendas y que no me malinterpretes, así que no quiero usar atajos. Sin embargo, al jugar este juego, el del discurso, participo en parte en la reproducción de las relaciones de poder.
Me gustaría que notes que no estoy hablando con una óptica moral o moralizante. Posiblemente fracase, porque en el fondo estoy envenenada y una parte de mi amargura se filtrará. Pero no quiero decirte verdades, "esto está bien, esto está mal". Te cuento lo que puede hacer daño, para que si decides hacerlo sepas lo que siento, así lo harás a sabiendas de lo que me causas y será otra forma de decirme que te importa un bledo hacerme daño. ¿No ves nada en común con la violación?
Vivir juntos implica prestar atención a los demás. No te estoy soltando un discurso "ciudadanista", lo que digo es que no me gusta hacer daño a la gente, menos aún a la gente que quiero. No te hace falta conocerme mucho para adivinar que es un bonito discurso, pero que en la realidad no es tan fácil, ya que, con el engañoso y fácil discurso de que les quiero, de hecho les cuido menos, aunque trato de evitarlo (¿quizá por mi construcción como chica?) intentando a la vez no machacarme y no dejar que me hagan daño (¿tal vez porque ya estoy harta de esa construcción?). Bueno, todo esto es para decir que ya no soporto tantos chistes fáciles y comportamientos... Me apetece otra cosa. Me apetece que se escuche. Tengo ganas de aprender a hablar. No es paradójico decir esto y constatar que la otra noche no te escuché. Asumo que se me fundieron los plomos y estoy tristemente persuadida de que puede volver a pasar, ya que todos los tíos de mi entorno niegan a los demás, se niegan a cuestionarse a sí mismos, pasan todo su tiempo intentando convencer, defenderse, afirmarse, quitando la palabra, vociferando... Una jungla de la que ya estoy hasta el gorro. Los pocos tíos que no son así quedan simplemente aplastados por la jauría, negados por los otros o por sí mismos. Así no se van resolviendo los problemas.

No tienes que defenderte, pues no te acuso. No tienes que afirmarte, ya que no te estoy negando, como prueba el que te escriba. Además, he alcanzado una situación en la que no estaría disponible para ti si milagrosamente me dijeses que deseas autocuestionarte en tu construcción masculina. En el pasado me habría gustado porque (¿soy una muchachita gentil?) me caes bien, también sé reconocer tus cualidades. Pero no voy a ayudarte, ya estoy cansada de eso, tendrás que apañártela sólo o con tus colegas. La pelota está en vuestro tejado (incluso aunque no aprendáis nada), bastante tengo que hacer para mí y para mis semejantes. Esta carta es como si yo te hiciese una criatura que no has querido aunque sospechabas que iba a llegar. Tendrás que arreglártelas con tus decisiones, tu sufrimiento, con todo. ¿Quieres que te lleve de la mano al doctor, en grupos no-mixtos de tíos? ¿Ves la relación con lo que tú decías sobre las mujeres que se consideran liberadas por la existencia de la píldora del día siguiente? Voy a evitar el cinismo, pero no me hago ilusiones, sé que estás del lado de los dominantes. Tú también lo sabes, aunque te niegues a admitirlo.
¿Qué quiere decir eso? Ser dominante quiere decir que si no quieres escucharme ni entenderme, nadie ni nada podrá obligarte a hacerlo. Yo no, desde luego, dado que rechazo entrar en ese juego en el que las únicas reglas son tácitas, así que la regla que domina es la ley del más fuerte. Si pretendes decir que yo soy la que te ataco, la que abuso, que estoy tarada, que soy histérica, que soy un desbarate, que soy violenta, etc., la cosa es muy simple: toda la sociedad te dará la razón.
No hablo de tus colegas, con los que podrás reírte de mi rabia. Hablo de los médicos, de los maderos, de mi familia, de todos los que tienen el poder. Ese es el lado del que estás. Posiciónate ahora. No estoy diciendo que quieras que me encierren, no estaría ahora desnudándome ante ti (es sólo una imagen, no es el momento para que hagas un chiste). Si quisieras, podrías. Tú eres más fuerte, estás del lado de los fuertes. Bravo. De eso te estoy hablando. ¿Me sigues? Sólo tú puedes empujarte a mirar las cosas cara a cara.
Sólo ahora me doy cuenta de que te hablo de mi rabia desde el comienzo, de que debes sentirla pero no distinguirla claramente porque no la he identificado. Lo entreverías si mirases con unas gafas que te prestase alguien que no quiera ser parte de los dominantes. Si cuando nos vemos se hablase en vez de hacer ruido con la boca, sabrías lo que estoy viviendo, lo que me fragiliza ante ti, los motivos por los que me pueden saltar los plomos ante cualquiera que me provoque.

¿Por qué? Porque recientemente he escapado por los pelos de una violación, porque no soy una excepción salvo en haber escapado de ella, porque soy consciente, porque esto es una excepción, porque me siento sola, porque mi madre es esclava (doméstica sexual administrativa) de mi padre, porque él no me expresa ningún sentimiento, porque a X le ha torturado (sexual y sicológicamente) su hermano durante toda su infancia, porque no es una excepción, porque le amo, porque Y choca con todos esos horribles procedimientos judiciales posteriores a su violación, porque ésa es la regla, porque le amo, porque su prima es manipulada por su marido que controla toda su vida, porque eso no es una excepción, porque su hermana ha sido plantada por el padre de su hijo y ahora está sola en medio de la mierda, porque mi abuela ha sido humillada verbalmente durante más de 50 años, porque una transexual ha sido golpeada hasta la muerte este verano, porque es más fácil que una polla en una vagina haga mal que haga bien, porque los contraceptivos orales se prescriben de forma arbitraria, porque es una mierda y es provechoso, porque de cada 30 amigos músicos sólo una es chica, porque cuando hay embrollos interpersonales tú sólo te implicas salvo que te afecten directamente, porque me importa un bledo ser bella, porque no tengo ganas de complacerte, porque hay tías en pelotas en la publicidad y en la calle, porque no me molesta fregar los platos, porque nunca ha sido "normal" para un tío el ahogarse en un corsé o hacerse un depilado integral, porque todas mis compañeras del colegio eran vigiladas por sus hermanos, porque no escuchas, porque no hablas, porque la mayor parte de los tíos sólo tienen por confidente a su novia y porque escuchar también es una forma de disponibilidad hacia los otros y a veces de desposeimiento de sí misma. Porque no eres capaz de compartir tus saberes "reservados" (mecánica, informática, música, construcción...) sin reproducir una relación paternalista, porque nunca admites que te has equivocado, porque las que abren la boca son arrojadas a la hoguera, porque las que intentan experimentar otras relaciones son laminadas, porque la democracia es una mierda, porque os quiero.
No exagero. Parto de mí misma para describir una realidad social, presente en todos los niveles, en todas las culturas, en todas las épocas. Las cosas no se están arreglando, digan lo que digan las ideas recibidas y los bufones que charlan sobre la liberación de la mujer. Liberalización de la mujer, sí.

Soy una persona, tu también. "Persona" en griego quería decir máscara teatral. Ya estoy harta de tu papel y del que se espera que tenga yo. Me gusta jugar pero así no es nada divertido. Todo un edificio social de dominaciones más o menos violentas sostenido por esos roles sobrevalorados que jugamos cotidianamente. Tú no tienes la impresión de cumplir un papel, piensas que eres simplemente tú mismo. Míralo más de cerca. Como mínimo necesito que reconozcas lo confortable de tu posición social. Me vas a decir que todos y todas nos aprovechamos de esos códigos, de esas etiquetas, que me va bien ser una chica. Es verdad que a mí me cogen en autostop más fácilmente que a ti, pero yo llevo a cuestas a todos esos ligones babosos que se pasan todo el trayecto intentando "aprovechar su oportunidad", como dicen groseramente. Menudo privilegio. Durante ese rato, tú esperas. De hecho, creo que estos papeles nos encierran, y que todas y todos ganaríamos abriéndoles. Sobre todo algunos de esos papeles, pero vale para todos. Como dice Brigitte en la misma canción, en una prisión todos son prisioneros, incluso los carceleros.

No te inquietes, no espero que te muevas para hacer mi camino. Sólo quiero que reconozcas (y cambies) cosas para poder hablar contigo. Pero no necesito hablar contigo. Haz lo que sientas, yo estoy preparada para partir. Eso es todo. He intentado decir las cosas lo más claramente posible. No lo haría todos los domingos, estoy cansada, de los discursos y de las situaciones. Ni siquiera tengo fuerzas porque sería estupendo organizar aquí cursos de autodefensa para las mujeres, como si tú no fueses capaz de darte cuenta de que hay situaciones de agresiones específicas contra las mujeres. También es verdad que hay agresiones específicas que pueden afectar a hombres biológicos: transexuales, travestís, hombres sexualmente singulares... Pero tú no te has identificado como tal, así que esa violencia no te afecta. No sé qué hacer contigo, así que haré cosas para mí y basta.
Concluyo aconsejándote que de vez en cuando cierres la boca, eso será bueno para todos. No me encabronaría escribiéndote si te despreciase. Sólo estoy cansada de esta mierda. Como si fuese la primera en escribir estas cosas, dichas sin cesar desde hace siglos. No te he enseñado nada. Ni siquiera he logrado decirte las cosas sin utilizar lenguaje intelectual (que reproduce un esquema de dominación). Todo esto para que quizá se encienda alguna lamparita. He hecho lo que he podido con todo lo que siento. Ha sido largo y agotador.

 

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